viernes, 13 de mayo de 2011

Lo que era un domingo

De pronto me acordé de unos días de mi infancia, de los domingos para ser concreta.

Cada domingo, era de desayunar e ir a casa de mi bisabuela. Ella nació en 1900 y vivió 94 años así que pues me tocó conocerla aunque muy viejita.

Recuerdo que nos ibamos caminando hasta su casa todos en familia. Si había camiones pero solo los tomabamos de regreso. Yo no sé como estando tan chiquilla podía caminar tanto si ahora no camino la mitad ni de chiste.

Eran domingos de ver un programa de aficionados y de comer caldo. Siempre caldo, de pollo, de res, de pollo, siempre, siempre caldo. Aunque hiciera mucho calor, que bueno, ya no se compara el calor de ahora con el de antes, ahora hacer caldo en tiempo de calor es para los valientes.

Siempre comíamos y siempre regresabamos hasta después de la merienda de mi bisabuela. Siempre a las 5 con su pan y su leche. Eso era a diario, no podía faltar nunca su merienda, ni un día.

Y al regresar a casa siempre ibamos todos a misa, regresabamos a cenar unos franceses con jamon y a dormir temprano que al día siguiente era lunes y había que ir al trabajo y a la escuela. Y siempre me daban mis $2,000 (de los de antes) para el ahorro en la escuela. Porque antes había una cuenta de ahorro al menos en la escuela donde yo estudié. Le daba el dinero a la maestra, ella me lo anotaba en la tarjetita y al final del año escolar, el último día de clases, nos daban nuestro dinero en un sobre.

¿Cómo se atreven a darle un sobre con tantísimo dinero a una niña de 6 años? Una calle antes de llegar a mi casa una señor ame vío y me dijo: niña, esconde ese sobre que te lo pueden quitar!!

¿Cómo sabía que yo traía dinero en ese sobre?, ¿rayos X en los ojos?, ¿mi actitud sospechosa?, ¿señora malintencionada o un angelito en el camino?

Lo que hacía el resto de la semana es difícil recordarlo pero muchos domingos de esos los tengo aún en mi cabeza. De jugar en las escaleras, en el segundo piso, con el juguete que parecía camara con fotos de mi prima Sara, de escondernos, de comprar un frutier y dulces en la tienda, de lo feo que olía cuando una tía aplicaba las bases en el cabello, de mi tío el que vivía dormido, uuuuu tantas cosas.


2 comentarios:

keila dijo...

que bellos recuerdos Ross.

Ross dijo...

y preguntame que hago ahora de eso??? nada!!