jueves, 18 de junio de 2009

Lo bueno, lo malo y lo feo

Por fin me tomé unas merecidas vacaciones, el lugar elegido para el descanso, es fué el Puerto de Veracruz.

De todo lo que puedo contar de 2 días en el puerto, aquí va lo bueno, lo malo y lo feo:

Lo bueno

Definitivamente eso de andar solita vacacionando es genial, pues no tienes que ir "arriando gente". Yo decidí a donde iba, a que horas comía, y nadie se quejaba si ya había pasado por la misma calle una y otra vez. Y aunque también tuve que ir a un cibercafé por mi clave para el boleto de regreso, nadie me dijo nada por eso, lo tomé literal, esas fueron "MIS VACACIONES".
Traté de aprovechar al máximo mi estancia allá: paseo en el tranvía, en yate, en lancha. Conocí la ciudad, la isla de los sacrificios de cerca (esque no puede uno bajar ahi) y por supuesto el lugar conocido como "cancuncito". Es una especie de oasis pero al revés, o sea en lugar de que en medio de la arena haya agua, en cancuncito, en medio del mar, justo a 4 km de la orilla hay un asentamiento de arena (más bien coral) increible. No se trata de una isla porque ni a eso llega, es como un pedacito de playa sin palmeras ni nada, sólo arena, arrecifes alrededor, agua cristalina y peces nadando a tu alrededor. No hay riesgo de ahogo pues cada ola te lleva de nuevo a la arena, el agua es deliciosa (me refiero a la temperatura porque de que es salada, es muy salada), y podria pensar que por estar en medio del mar el agua estaría fria pero no. Cancuncito fue sin duda lo mejor.

Lo malo

El primer tache se lo llevan los meseros, caray, que en cualquier ciudad a la que voy los meseros no son lo que uno espera, pero en esta ocación se pasaron. De entrada no tuve que esperar una mesa, sino que más bien tuve que buscarla, se supone que eso era chamba de los meseros. Estuve en ese restaurante porque se supone que es el más tradicional, y quien no va ahi y se toma un café lechero, dicen que no ha ido a veracruz. Fui sólo porque es la tradición, pero definitivamente no pedí el café lechero, pues en primera el café no me gusta y en segunda, la leche me hace daño. Cuando por fin encontré mesa me aferré a ella porque gente parada buscando un lugar era mucha. Obviamente la mesa quedó muy sucia por los comensales anteriores, quienes eran un grupo de alcohólicos "arrepentidos" que no les salían las cuentas y ocuparon a 3 meseros por un buen rato mientras aclaraban la deuda. Por fin se fueron y los meseros se dedicaron a atender a la gente que ya estaban atendiendo anteriormente. A los "nuevos" ni nos pelaban les hablabamos y como si ni nos escucharan. Yo que fui la primera en sentarme fui la última en ser atendida, y por más que les hablaba a los meseros nomás no me pelaban, hasta llegue a pensar que era invisible. El famoso tintineo de cucharas ya me tenía loca y esque soportar ser ignorado en un restaurante es dificil. Decidí quedarme hasta que me atendieran, jamás limpiaron mi mesa y el pastel de chocolate que pedí me decepcionó. Sólo me quedé por quedarme, como se dice: por mis calzones jajaja.

Otro mesero más pero en este caso de Córdoba hasta me regañó por no sentarme en donde él quería. Y esque el primer día que llegué, no dejaba de hablar, me sacaba plática y no atendía al resto de la gente. Es muy incómodo comer cuando tienen a alguién frente a ti nomás mirando y hablando. Como eso no me agradó pues en la noche me senté en otra línea de mesas distinta y por la mañana en la línea más alejada. Justo ordené cuando desde su línea de mesas me dice con una cara de pocos amigos:

Mesero: ¡Véngase para acá!
Yo con una sonrisa amable en la cara le dije que no.
El mesero sacudio su pañuelo y nuevamente me dijo:
Mesero: ¡Véngase para acá
Yo de nuevo le dije que no, me parecía una grosería dejar al otro mesero una vez que me había tomado la orden
Mesero ya enojado: ¿por qué no?
Yo: porque ya me senté ahi ayer y anoche en medio, ahora toca acá.

Me dejó en paz por ese día y al día siguiente si me senté en su línea con la esperanza de que ya se dedicara a hacer su trabajo, pero no fue lo mismo, hablar y quedarse ahi de pie vigilando mi comida.

El segundo tache es para cuando decidí comer en un lugar llamado zócalo, así al aire libre con música de marimba. Cuando pasé por el tranvía se me antojó comer ahí, pensé que sería una buena idea pero no, las abejas hicieron de las suyas y nos tuvimos que disputar el platillo, que sí estaba delicioso pero el temor a ser picado puede más que un buen sabor.

Lo feo

La nota fea la dan dos mujeres:
La primera por agarrarme una nacha durante un tumulto de gente. No era precisamente una plza, pero había un grupo tocando música muy padre. Mientras yo intentaba pasar, mucha gente venía en mi contra, la susodicha estaba detrás de mí y en un descuido, sopas que dan una desconocida. Voltié a verla y ella sólo se me quedaba mirando. Prácticamente huí del lugar, o sea...se piden jajajaja.

La otra señora si que me dió un susto pues llevaba un pantalón tipo pequero, cosa que allá cualquiera trae pero que bárbara, esas piernas más belludas que las de un hombre, la conejita, estem digo, la señora, caminaba muy quitada de la pena enseñando ese par de belludas piernas...de verdad que espanto!! Si no quiere depilarse las piernas de acuerdo pero ¿por qué anda insultando la pupila de los turistas?, ah y esque es inevitable mirarla si saltaba a la vista, no de verdad que feo :S

Abajo, la foto de la famosa isla de los sacrificios


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