Ya no ando en el rancho aquel del cual tanto renegué, ahora ando más lejos, en otra ciudad, por fin descansando un poco en el hotel, en una habitación con una ventana panorámica, de una excelente vista al Río Bravo.
No tenía idea de que estaba tan cerca de la orilla del país hasta que, al bajar por el elevador, vi un río más a menos ancho... ahí dudé: ¿será el río bravo?...naaaa mi mente me contestó, pero luego pregunté y efectivamente es el Río Bravo. La sensación de haber llegado a una orilla nunca me la hubiera imaginado así, los límites estatales, definitivamente no se comparan con estar en una frontera, ver tan explícitamente la línea divisoria entre un país y otro. Aún más extraño es ver que lo que hay cruzando el río es ya otro país con otro idioma, otra cultura diferente, otra manera de pensar. ¿Cómo puede haber tanta diferencia a tan pocos metros de distancia?. Sí, lo mido en metros, porque el río debe estar apenas a unos 100 metros del hotel. Desde aquí puedo ver algunas casas y su arquitectura ya es distinta de las de este acá. La experiencia de estar en una playa no recuerdo que me haya impresionado tanto.
He de confesar que el río no es tan espectacular como para hacerle tanto alarde, es más, el agua es más o menos tranquila, no fluye tanto, sin embargo, me da tentación ir a tocar esa agua jajajaja, pero no creo hacerlo, no me vayan a confundir o a pensar que me quiero pasar de mojada y me arresten, o peor aún, que se me aparezca el vampiro fronterizo nononono... mejor no le muevo, a fin de cuentas no tengo ningún interés en cruzar, lo cual me hace pensar en las personas que si tienen ese interés. ¿Qué sentirán al ver ante sus ojos el río, el estar a unos cuantos metros de llegar a su meta? Emoción, nostalgía, satisfacción, un reto, la adrenalina.
Bueno aquí dejo una foto tomada con mi cel desde la ventana de la habitación.
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